Podemos realizar el mejor proyecto de nuestras carreras, pero si no lo sabemos defender, quedará en sólo un intento más.
A menudo escucho a colegas y estudiantes frustrados con este tema. Si bien el diseño es un oficio lleno de aristas discursivas, la presentación de un proyecto terminado, es quizás lo más complicado a la hora de darle cierre a lo que puede ser un círculo perfecto.
Hay que aclarar algo muy importante: al cliente hay que darle lo que necesita, no lo que quiere. La vaca sagrada de “el cliente siempre tiene la razón”, a esta altura del siglo, ya debería estar muerta.Y si, es entendible que no es una tarea fácil, pero tampoco es imposible.
Ahora bien, ¿quién debe ser el responsable de realizar dicha presentación? Cláramente, alguien no sólo idóneo en el campo técnico, sino también con capacidades discursivas y comunicativas capaces de trascender la disciplina del diseño y coquetear con la venta.
También es cierto que, acorde al tamaño del cliente, es que dependerá de quien o quienes presenten el proyecto. Ante un cliente pequeño, un diseñador gráfico tranquilamente puede realizar la presentación.
A lo largo de mi carrera, aprendí muchas cosas valiosas para que una presentación tenga mayores chances de estar cercana al éxito. Estas son algunas:
El brief es la ley: cuando lo tenemos, y lo seguimos al pie de la letra, el responsable de evaluar nuestro trabajo no tendrá más remedio que dejar de lado sus gustos personales y subjetivos y responder ante ese jugoso compendio de palabras evangelizadoras.
Hablar en términos entendibles: necesitamos que el cliente entienda y ponga foco en lo importante, él espera una justificación sensata, clara y que lo convenza. No un circo con brillantina y narices de payaso.
La forma en que nos vestimos, también comunica: vamos, que no vas a condenar tu alma rebelde poniéndote un par de zapatos y una camisa sin bolsillos. Nada mejor que verte bien y sentirte cómodo y prolijo.
El cliente tiene que confiar en nosotros: para ello, debemos proyectar confianza y autoridad desde el conocimiento y desde la responsabilidad de saber que el proyecto que le estamos presentando, es el adecuado y brindar la solución al problema por el cual fuimos contratados.